Escrito
por Elena
Roger Gamir. Pedagoga
Seleccionado
por Mª Teresa Tomás Rodrigo
El
éxito escolar no depende sólo del colegio donde estudia nuestro hijo. Los
padres somos responsables de numerosas actitudes, valores y hábitos que
adquieren durante el aprendizaje. Y además, podemos ayudarle a estudiar,
ya que todos los alumnos pueden mejorar su rendimiento. El papel educativo de
la escuela es indiscutible, pero no suficiente. El papel educativo
de la escuela es indiscutible, pero una educación integral no se consigue por
el simple hecho de acudir a una escuela de mayor o menor calidad. El
aprendizaje y adquisición de conocimientos por parte de nuestros hijos es una
parcela de la educación que los padres delegamos a los profesores. Sin embargo,
nosotros somos altamente responsables del desarrollo adecuado de actitudes,
valores y hábitos que les posibilitarán un éxito académico completo.
El papel de los
padres es decisivo en el éxito escolar de sus hijos
Todos los
estudiantes pueden mejorar su rendimiento escolar, nunca es demasiado tarde o
temprano y los padres podemos contribuir a ello trabajando conjuntamente con
nuestros hijos. La base de esta mejora está en establecer un lugar y horario de
estudio adecuados, en facilitarles unas técnicas de estudio básicas, en
estimularles adecuadamente para que mantengan la motivación suficiente para
alcanzar buenos resultados y en fomentar la lectura. Podemos actuar en estos
aspectos que afectan directamente al aprendizaje, teniendo siempre presente que
éste es un proceso que requiere constancia y que, de lo que se trata, es de que
nuestros hijos alcancen una autonomía de aprendizaje que les permita
enfrentarse con éxito a sus estudios.
Establecer
un horario y lugar de estudio
Es muy útil ayudar
a nuestro hijo a elaborar un plan de trabajo semanal basado en un horario de
estudio personal y realista que pueda cumplir sin esfuerzo excesivo. Transmitir
la importancia de organizar adecuadamente el tiempo y las ventajas que tiene
utilizarlo correctamente sirve para que nuestro hijo lo valore y sepa
aprovecharlo sin tener que renunciar a sus actividades favoritas.
Planificar un
horario nos sirve para incluir en él tanto actividades escolares como
actividades de ocio, para ayudar a nuestro hijo a crear un hábito de estudio y
para facilitar la concentración y dedicación necesarias para la resolución de
las tareas. El horario de estudio debe ser sobretodo factible, estar adaptado a
nuestro hijo y debe cumplirse de forma más o menos regular.
Es conveniente
cumplir el horario establecido y mantener siempre el mismo lugar para el
estudio, puesto que la regularidad y los factores ambientales influyen en el
rendimiento y en la concentración.
Para que el lugar
de estudio sea adecuado, debemos procurar que cumpla los siguientes requisitos:
Debe ser siempre el
mismo; de esta manera se evita que nuestro hijo pierda tiempo explorando un
territorio al que no está habituado.
Debe ser tranquilo
y estar lo más alejado posible de estímulos que puedan distraerle (televisión,
fotografías, radio, teléfono, juegos, etcétera).
Debe tener una
buena iluminación; la mejor luz para estudiar es la luz solar indirecta,
evitando los contrastes acusados que dificultan la lectura. En el caso de luz
artificial, conviene que el foco de luz esté a su izquierda para evitar sombras
(o a la derecha si es zurdo).
Debe estar
correctamente ventilado; el cerebro es muy sensible a la falta de oxígeno.
El mobiliario ha de
ser adecuado, resistente y cómodo; la altura de la silla debe permitir que los
pies apoyen sobre el suelo y la mesa debe ser de tamaño suficiente para
distribuir en ella lo necesario.
El material que se
haya de utilizar debe estar en orden y al alcance de la mano; todo debe estar
fácilmente localizable.
Estas condiciones
también pueden aplicarse a lugares destinados a niños en edad preescolar.
Nuestro hijo puede tener una zona reservada con material educativo específico
para su edad donde poder jugar, pintar, leer, “trabajar” o simplemente hablar
de las tareas del colegio. De este modo, en poco espacio de tiempo pero con
constancia, podremos crear unos hábitos que irán adaptándose a medida que
cambien sus necesidades educativas.
Facilitar
técnicas de estudio
Las técnicas de
estudio son imprescindibles en todas las tareas relacionadas con el estudio y
el procesamiento de la información: comprensión, retención, recuperación…
Existen numerosas técnicas de estudio, algunas sirven para finalidades muy
específicas (por ejemplo, memorizar nombres de ríos), pero otras son
herramientas de utilidad para cualquier ámbito del saber. A medida que nuestro
hijo vaya superando niveles escolares, será indispensable que conozca y domine
técnicas de estudio básicas:
Lectura
comprensiva del texto.
Se leerá tantas
veces como haga falta hasta conseguir un nivel de comprensión de la información
satisfactorio. En numerosas ocasiones será necesaria la utilización de un
diccionario para tener una comprensión correcta de los términos que aparecen en
el texto y de su contenido informativo.
Subrayado
de las ideas más importantes.
Se marcarán o
resaltarán (con bolígrafo, lápiz, rotulador o marcador fluorescente) las
palabras o frases más significativas de las ideas básicas del texto.
Elaboración
de un esquema o resumen.
Se hará una
selección y se extraerán las ideas que se consideren más importantes. Saber
distinguir las ideas básicas de las secundarias no es una tarea sencilla y
nuestro hijo sólo lo conseguirá con la práctica. A pesar de la dificultad
inicial que supone hacer el esquema, más tarde le será de gran ayuda a la hora
de retener y recuperar la información.
Retención
o memorización de información.
Se almacenará en la
memoria el resumen o esquema elaborado. La asociación o relación de ideas es un
recurso muy útil para retener información, sobre todo si se trata de un listado
de palabras.
Recuperación
y reproducción de la información almacenada.
Se hará tanto
oralmente como por escrito. Nuestro hijo tiene que ser capaz de recordar la
mayor parte del texto estudiado y de reproducir, en primer lugar, el esquema
memorizado y, a partir de él, el resto de información relevante que
proporcionaba ese texto. Éste será también el procedimiento más adecuado a
seguir en la realización de un examen, tanto oral como escrito.
Estimular
y motivar adecuadamente
La motivación quizá
sea uno de los factores que más directamente inciden en el éxito escolar. Sin
motivación nuestro hijo no dará todo lo que puede dar de sí, independientemente
de sus capacidades. Nuestro estímulo será un elemento clave para asegurar y
mantener un alto nivel de motivación y una buena predisposición hacia el
estudio. Para ello, es importante atender a los siguientes aspectos:
Los resultados
obtenidos y las recompensas ofrecidas. Es conveniente recompensar de alguna
manera los esfuerzos realizados por nuestro hijo, principalmente con alabanzas
y mensajes positivos y nunca de forma gratuita, para evitar que pierdan su
valor de refuerzo. Las recompensas, a medida que avanza la edad del niño, no
deben asociarse siempre a la consecución de algo material tangible.
El interés de los
padres en el aprendizaje. Los hijos están más motivados si los padres se
interesan por los temas que están estudiando y no sólo por los resultados del
rendimiento escolar.
El propio estado
físico y emocional. El cansancio, la ansiedad y los problemas personales
influyen negativamente en la concentración y motivación. Es necesario que los
padres conozcamos en qué situación se encuentra nuestro hijo si su interés por
el estudio decae de forma anómala y actuar en consecuencia.
Fomentar la lectura
Mediante la lectura
tenemos acceso a un caudal de conocimientos y emociones. Fomentar la lectura
desde edades tempranas favorece el aprendizaje escolar de nuestro hijo.
Comprobemos que el material de lectura es el adecuado para su edad y sus gustos
y que entiende lo que lee, pues la dificultad en la lectura y la comprensión es
uno de los principales problemas de aprendizaje y de fracaso escolar.
Si en casa se
respira un clima de respeto hacia el estudio es más fácil que nuestro hijo se
sienta motivado a disfrutar de ese mundo. No podemos insistir en que estudie
si, por otro lado, nos oye comentar que estudiar está muy bien, pero lo realmente
útil es trabajar. Hablar de la finalidad de la educación servirá para que
nuestro hijo entienda lo útil que le será tanto para su futuro profesional como
para su crecimiento personal.
La capacidad
intelectual no puede llegar a suplir la constancia y el hábito de trabajo que
requiere cualquier aprendizaje, sobre todo el escolar.
Hemos destacado la
importancia que los padres tenemos en el aprendizaje escolar de nuestros hijos.
Ahora debemos terminar valorando la autonomía de aprendizaje de nuestros hijos.
Esto significa que nuestra ayuda debe ir encaminada, fundamentalmente, a
favorecer esta autonomía; se trata de que nuestro hijo adquiera un hábito de
estudio/trabajo y desarrolle las habilidades necesarias para el aprendizaje
escolar.
Para
aquellos padres que quieran más información sobre el tema, recomendamos la
lectura del libro: Aprender a estudiar, Concepción Fernández Rodríguez, ya que
ofrece recomendaciones prácticas para enfrentarse al trabajo escolar en casa y
en clase.
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